Interpretación: Vahina Giocante (Lila), Mohammed Khouas (Chimo), Karim Ben Haddou (Mouloud), Edmonde Franchi (La tía), Lofti Chakri (Bakary), Hamid Dkhissi (Gran Jo), Carmen Lebbos (Madre de Chimo).
Guión: Ziad Doueiri; basado en la novela de Chimo.
Producción: Marina Gefter.
Música: Nitin Sawhney.
Fotografía: John Daly.
Montaje: Tina Baz.
Diseño de producción: Yves Bernard.
Vestuario: Pierre Matard.
Película irreverente, atípica, amena, fresca, incendiaria y original encarnada de forma excepcional por Vahina Giocante, una lolita incandescente que cuando habla es todavía «más turbadora» que cuando calla.
Dirige el libanés Ziad Doueiri . La película se ambienta en un barrio de inmigrantes en la ciudad de Marsella. Es ahí donde cuatro jóvenes pasan las horas, aburridos, en un callejón sin salida de un futuro tan negro como sus pupilas. De los cuatro, uno de ellos Chimo (Mohammed Khouas) es bueno escribiendo, tiene un don especial en palabras de su profesora y así plasma en sus cuadernos de espiral sus pensamientos, e ideas. Una forma como cualquier otra de escapar de la triste realidad que les circunda el presente. Vive con su madre y deben lidiar con el mal trago que supuso que su padre se fuera nada menos que con una francesa.
Lo mejor sin lugar a dudas son los diálogos entre Lila y Chimo.
– ¿Has visto mi boca?
-Sí, es pequeña,
¿te gusta?
Si
-¿ es increible no?
-¿ que es increible?,
– es increible que una polla tan grande pueda entrar en una boca tan pequeña.
Las conversaciones que los dos mantienen siempre giran en torno al sexo; a mamadas, a penes, a películas porno, pero lo mágico es que no cae en la grosería. Vienen a ser un monólogo por parte de Lila, ya que el joven bastante tiene con no saltarle encima cuando la tiene a tiro.
Lo dicho cuando Lila dice, o habla o musita, las brasas crepitan, las paredes se derriten, las banderas se levantan. Entrañable es la relación entre la madre y el hijo. Es de agradecer que de vez en cuando veamos a algún adolescente con dos dedos de frente y algo de sentido común. Alejado del teenager adolescente tonto y ñoño de encefalograma plano que exporta el cine americano. La fotografía a cargo de John Daly está bien cuidada, haciéndola una película luminosa y vital a pesar de la situación difícil en la que se encuentran los personajes. El final recuerda a «American Beauty«. Hay mujeres que son lobas con piel de cordero y otras que son corderas con piel de loba.
Lila dice IMDB | Web oficial
[…] Han transcurrido 14 añitos desde que se estrenó Instinto básico, en donde una mediocre Sharon Stone tomaba aires de estrella merced a un cruce de piernas en el que dejaba al aire su pubis. Ese hecho marcó el antes y el después en su carrera, marcada por películas mediocres como Sangre y Arena, El año de las armas, o Confesión criminal, hasta 1992 donde tras su aparición en Instinto básico, se convirtió en una megaestrella e inclusó brilló en Casino, luego haría más películas horribles como Rápida y mortal, Acosada, Catwoman, Tercera identidad, hasta esta secuela de Instinto básico. Está claro que de no ser por ella, esta segunda parte no se habría realizado, ya que si alguien va al cine a ver esta película no es por que sea una buena película ni mucho menos, pues es lenta, aburrida, insulsa, sin suspense, ni emoción alguna, más lineal que el encefalograma de un difunto, sino por ver como Sharon Stone a sus 48 años está estupenda, incluso más jamona que cuando tenía 34. La película se vende como un producto tórrido que desborda erotismo y eso es un truco publicitario que igual funciona en taquilla, pero en lo que se refiere a escenas de sexo, cualquier telefilme de sobremesa pone más carne en el asador. Busca cierta transgresión con unos diálogos irrisorios en los que Stone habla una y otra vez de masturbaciones, de follar y de correrse (si alguién quiere unos diálogos chispeantes que se vea Lila dice donde Vahina Giocante da un recital de lo que significa provocar, sin recurrir a ningún cruce de piernas). Por lo demás la trama no se sostiene y trata de enmendar el aburrimiento de una hora y media con un final pésimo. El actor que folletea con la reina del picahielos, David Morrissey está fatal, con pocos registros y demasiado apamplado (nada que ver con el procaz Michael Douglas de la primera parte). En resumen que la película es un tostonazo y que Stone se ha llenado los bolsillos haciendo una secuela que se podían haber ahorrado, ya que es perfectamente prescindible. Luego uno tiene que oír que a Sharon Stone decir que se han cortado muchas escenas de sexo en el montaje final, que a ella, le hubiera gustado que no se hubieran suprimido. En fin es como si vemos un Barça-Madrid y solo juegan los suplentes. Craso error. […]
[…] Hubo otras propuestas interesantes en el continente europeo. Contra la pared ( película alemana que acaparó buena parte de los premios del cine Europeo), Los educadores ( con el semi-patrio Daniel Brühl), Omagh ( alegato pacifista) Vera drake ( todo premio es poco para la maravillosa Imelda Staunton) Lila dice (película francesa picantona con unos diálogos chispeantes) […]