Tsssssuuuuuuuuuuuu. No se le ocurra toser y menos estornudar o la tenemos.
Si quiere ir a una película y que nadie le moleste con el engorroso masticar de las palomitas, o los refrescos de los espectadores-palomiteros que abarrotan los cines, una propuesta interesante es El gran silencio, documental del cineasta alemán Philip Gröning, de dos horas y 45 minutos de duración, que transcurren prácticamente en silencio, dentro del monasterio de la orden de los Cartujos, Grande Chartreuse.
El título, como el algodón, no engaña: El gran silencio. Ante la ausencia de palabras, exceptuando los rezos y cantos gregorianos, el público y la crítica, parecen que se han puesto de acuerdo. La película ha obtenido galardones en en el Festival de Sundance, en el de Bavaria y en los premios de Cine Europeo, y ha recibido elogiosas críticas en todo el mundo.
«Llevo cuatro años trabajando aquí y nunca había visto a tantos curas y monjas en el cine. Está lleno desde que se estrenó. Hemos tenido que trasladarla a la sala más grande y abrir la taquilla 15 minutos antes por las colas. Las entradas para las dos sesiones se venden antes de que abramos las puertas. Esta película se ha comido a Borat totalmente» comenta una de las encargadas de taquilla.
Lo dicho, si quiere alcanzar la paz durante tres horas, y que el silencio lo inunde todo, calando su ánimo que alcanzará un estado de placidez lisérgica próxima al paroxismo vaya a ver El gran silencio. Si no se duerme espero sus comentarios en la blog.
El gran silencio logró desbancar a Harry Potter en los cines de Alemania.
[…] Entre las posibles sugerencias a la hora de llevar a cabo las compras de los regalos Navideños, propondría para los jefes, una “planta carnívora”, para la vecina del tercero con cara de malas pulgas un “consolador con mando a distancia”, para los que se siguen sintiendo rebeldes a los sesenta una entrada para ir al concierto de Silvio Rodriguez, para aquellos que pasan de la Navidad y buscan el recogimiento, una entrada para ir al cine a ver El gran silencio, para los que comienzan una relación parejil y están que se encienden al roce, un fin de semana en un parador nacional, a poder ser con SPA, para la suegra “la mejor sonrisa”, para los que odian la Navidad un disfraz de Papa Nöel, para los que les gusta jalar un jamón ibérico de pezuña negra y figura estilizada, a los internaútas una conexión a internet para una década, a los mujeriegos un informe médico que los declaren “adictos al sexo”, para los cornudos algo más de suerte, para los infieles botellas de champán, para las monjas un libro del Papa dedicado, a los políticos cheques en blanco, a los presos paciencia, a los opositores constancia, a los recién nacidos unos padres que les quieran. […]
La forma de vida de esas personas emociona con su apoyo mutuo,su inmersión en esa naturaleza maravillosa,su silencio tranquilizador que obliga a la introspección y la reflexión,la alegría de su fé.Yo, que no soy creyente, respeto y admiro sin embargo la dedicación de toda una vida a la búsqueda de un ideal,el acercamiento a Dios,tan lejos del comportamiento oficial de la Iglesia romana.
la queremos ver en extremadura.